Las várices esofágicas son venas dilatadas que pueden causar sangrado y complicaciones graves. Descubra cómo se tratan en este artículo informativo.
Ocurren debido a la dificultad del flujo sanguíneo en el hígado, lo que resulta en una presión aumentada en las venas del sistema portal hepático, generalmente asociadas con enfermedades hepáticas, como cirrosis y hepatitis crónica.
Comprenda mejor los síntomas de esta condición, así como el diagnóstico y otros cuidados preventivos hasta el tratamiento del problema para controlar su progresión.
¿Qué son las várices esofágicas?
¿Has oído hablar de este problema? Esta condición específica afecta las venas ubicadas en el revestimiento interno del esófago, el tubo que conecta la garganta con el estómago.
Pueden ocurrir debido a ciertos factores relacionados con la salud gastrointestinal, que pueden llevar a la dilatación y distorsión de las venas.
Estas várices pueden ser diagnosticadas mediante exámenes específicos realizados por profesionales de la salud experimentados.
Una vez diagnosticadas, pueden ser tratadas con intervenciones médicas apropiadas, que buscan reducir los riesgos asociados con esta condición.
Además, es esencial seguir las recomendaciones médicas en relación con la prevención y los cuidados necesarios después del tratamiento.
Es importante recordar que la salud gastrointestinal debe ser tratada con seriedad, y cualquier preocupación en esta área debe ser discutida con un profesional de la salud. Él podrá proporcionar una orientación adecuada basada en las necesidades individuales.
Causas y síntomas de las várices esofágicas
Existen varias causas que pueden llevar al desarrollo de várices en esta región.
La causa más común es la cirrosis hepática, una condición crónica que causa cicatrices en el hígado y dificulta el flujo normal de sangre a través de él.
Otras causas incluyen trombosis de la vena porta, una obstrucción de las venas hepáticas, y enfermedades hepáticas crónicas, como es el caso de la hepatitis B y C.
Los síntomas pueden variar desde ningún signo visible hasta complicaciones graves.
A menudo, las várices son asintomáticas y solo se descubren durante exámenes de rutina o procedimientos endoscópicos.
Sin embargo, en casos más avanzados, las várices pueden romperse y causar sangrado grave, resultando en vómitos de sangre, heces con sangre o negras y una sensación de plenitud abdominal.
El sangrado, en estos casos, es una emergencia médica y requiere atención inmediata. Si ocurre un sangrado grave, puede ser necesaria una intervención médica urgente para detener el sangrado y prevenir complicaciones graves.
Para reducir el riesgo de desarrollar várices esofágicas, es importante tratar las condiciones subyacentes, como la cirrosis hepática.
Por esta razón, comprender cómo diagnosticar y cuidar o prevenir es esencial.
Diagnóstico y exámenes necesarios
El diagnóstico y el tratamiento adecuados son esenciales para prevenir complicaciones y manejar esta condición.
Por lo tanto, el diagnóstico de esta situación normalmente implica una combinación de exámenes clínicos, endoscopia digestiva alta y exámenes de imagen.
El médico realizará una historia clínica detallada, considerando los síntomas del paciente, como vómitos de sangre, heces oscuras, dolor abdominal o pérdida de peso inexplicada.
La endoscopia digestiva alta es el examen estándar para identificar las várices.
Durante este procedimiento, se inserta un tubo flexible con una cámara en la punta por la boca hasta el esófago, permitiendo al médico visualizar las venas dilatadas y determinar la gravedad de la condición.
Además, la endoscopia puede ser utilizada para realizar la ligadura de las várices, un procedimiento de tratamiento para reducir el riesgo de sangrado.
Otros exámenes de imagen, como la ultrasonografía endoscópica o la tomografía computarizada, pueden ser realizados para evaluar la extensión de las várices, la presencia de otras complicaciones y ayudar en la planificación del tratamiento.
Aparte de estos ya mencionados, se pueden solicitar exámenes de laboratorio, como hemograma completo y pruebas de coagulación, para evaluar la función hepática e identificar otras posibles causas subyacentes de las várices esofágicas.
Tratamientos disponibles para las várices esofágicas
Existen diferentes alternativas de tratamiento disponibles para este problema, que buscan tanto el control del sangrado agudo como la prevención de sangrados futuros.
Las principales opciones de tratamiento incluyen:
Escleroterapia
En este procedimiento, se inyecta un agente esclerosante en las várices, causando su obliteración.
Esto lleva a la formación de un coágulo y posterior cicatrización de la vena, reduciendo, por lo tanto, el riesgo de sangrado.
Ligadura elástica
Esta técnica implica el uso de bandas elásticas, que se colocan alrededor de las várices, interrumpiendo el flujo sanguíneo y llevando a su necrosis y caída.
Derivación portosistémica intrahepática transyugular (TIPS)
Este procedimiento es más invasivo e implica la creación de una conexión directa entre las venas del hígado y del sistema venoso sistémico, desviando el flujo sanguíneo y reduciendo la presión en las várices.
Medicamentos como Propranolol
Estos medicamentos betabloqueadores pueden ser prescritos para reducir la presión arterial y la frecuencia cardíaca, disminuyendo la presión en las várices y reduciendo la posibilidad de que haya sangrado.
Además de estas opciones, es fundamental adoptar medidas generales de prevención y realizar un seguimiento médico regular para monitorear el estado de las várices.
Es importante recordar también que el tratamiento debe ser individualizado, considerando la gravedad de la condición, la presencia de complicaciones adicionales y las características específicas de cada paciente.
Por lo tanto, es fundamental consultar a un médico especialista para evaluar el caso y determinar el mejor plan de tratamiento.
Prevención y cuidados después del tratamiento
Después del tratamiento de las várices esofágicas, es muy importante adoptar medidas de prevención y cuidados para reducir el riesgo de complicaciones futuras.
El paciente debe seguir las orientaciones médicas para garantizar una recuperación adecuada.
Aquí están algunas medidas importantes a considerar:
1- Mantener una dieta equilibrada
Una dieta saludable y equilibrada es fundamental para mantener la salud del hígado y prevenir el desarrollo de nuevas várices.
Se recomienda evitar alimentos ricos en grasas saturadas y colesterol, y optar por una dieta rica en frutas, vegetales, granos integrales y proteínas magras.
2- Restricción de alcohol
El consumo de alcohol debe ser limitado o, preferiblemente, completamente eliminado, ya que puede agravar la condición hepática y aumentar, con ello, el riesgo de sangrado de las várices.
3- Control de peso
Mantener un peso saludable es importante para reducir la presión sobre el hígado y las venas del esófago.
Si hay exceso de peso, se recomienda adoptar medidas para alcanzar un peso adecuado, como una combinación de dieta saludable y ejercicio físico regular.
4- Uso de la medicación prescrita
Es posible que el médico prescriba medicamentos para reducir la presión en las venas, como betabloqueadores, que ayudan a disminuir la tasa de sangrado y el riesgo de recurrencia de las várices, como ya se mencionó.
Para tratar eficazmente la condición, es necesario que el uso de estos medicamentos se haga correctamente.
5- Exámenes y seguimiento médico regular
Es fundamental mantener un seguimiento médico regular para monitorear la salud del hígado y la condición que se encuentra la situación.
Las consultas de seguimiento, exámenes de imagen y exámenes de sangre periódicos pueden ser necesarios.
Además de estas medidas, es importante estar atento a los signos de alerta, como ya se mencionó, vómitos con sangre, heces oscuras o con sangre, dolor abdominal intenso y aumento de la frecuencia cardíaca.
Si alguno de estos síntomas ocurre, es necesario buscar atención médica de inmediato, ya que puede indicar un sangrado.
Las várices esofágicas son una condición seria y requieren atención médica inmediata.
El objetivo principal del tratamiento es prevenir complicaciones, como sangrado y ruptura de las várices.
Para ello, es fundamental adoptar medidas preventivas, como una dieta saludable, baja en grasas y alcohol.
Por lo tanto, es importante tratar la causa subyacente de las várices, como la cirrosis hepática, y realizar un seguimiento médico para monitorear la condición.
Imagen: Iconos de esófago creados por Smashicons – Flaticon
Doutor em Gastroenterologia pela FM-USP.
Especialista em Cirurgia do Aparelho Digestivo (HCFMUSP), Endoscopia Digestiva (SOBED) e Gastroenterologia (FBG).
Professor do curso de Medicina da Fundação Educacional do Município de Assis - FEMA.
Médico da clínica Gastrosaúde de Marília.